ROMA, lunes 19 de enero de 2009 .-La auténtica crisis que está atravesando la sociedad occidental, es ante todo de naturaleza espiritual, de falta de confianza en el triunfo final del bien sobre el mal. Así lo explicó el presidente de la Renovación Carismática católica Italiana (RCI), Salvatore Martínez, en declaraciones
Martínez es también presidente del Polo de Excelencia Luigi Sturzo, institución dedicada a la promoción y ligada a la familia del famoso sacerdote, fallecido en 1959, fundador del Partido Popular en Italia, antecedente directo de la Democracia Cristiana, en proceso de canonización desde el 3 de mayo de 2002.
Precisamente, este año en que se cumple el cincuentenario de la muerte de Sturzo, Salvatore Martínez recuerda la figura de esta eminente figura del siglo XX italiano, y algunas de sus grandes intuiciones sobre el declive de Occidente.
Todas las épocas históricas tienen su crisis, afirma Martínez, por lo tanto la actual situación "no es nueva". La cuestión está en darse cuenta del "origen espiritual" de la actual, basada en una conciencia "cada vez más errónea, decadente, rendida al mal y a todas sus canonizaciones éticas, jurídicas y científicas".
Según Sturzo, explica, "el error moderno consiste en separar y contraponer el cristianismo al humanismo: del humanismo se ha hecho una entidad divina, mientras de la religión cristiana se ha hecho un asunto privado".
Martínez recuerda una intervención del entonces cardenal Joseph Ratzinger en el Senado italiano (mayo de 2004), en la que a modo profético decía sobre la crisis: "Europa, precisamente ahora en la hora de su mayor éxito, parece vacía por dentro, como paralizada por una crisis circulatoria, una crisis que pone en riesgo su vida confiándola a trasplantes que borran su identidad. A la cesión de las fuerzas espirituales que la llevan se añade un ocaso étnico creciente. Hay una extraña falta de ganas de futuro".
Para Sturzo, que vivió también una época de fuerte crisis (tuvo que exiliarse a Londres, perseguido por el fascismo), "la verdadera revolución empieza con una negación espiritual del mal y una afirmación espiritual del bien".
El presidente de la RCI advierte contra "las nuevas formas de democracia individualista e inhumana que nuestra sociedad europea está produciendo, en nombre de la igualdad de todos los hombres", lo que "impone una seria reflexión".
Para Martínez, "no habrá una verdadera conciencia social si las reglas del juego democrático se basan en una suma de 'yoes' autónomos, supremos, dirigidos cada vez más claramente por los intereses de los lobbies. Se acabaría así por hacer al hombre prisionero de sí mismo, incapaz de alteridad; una especie de hombre incompleto o decaído, extraño a toda implicación civil en la construcción del bien común".
"En el fondo, la inquietud moral de nuestro tiempo ya es el adviento de una nueva esperanza. La degeneración moral ya es parto de un nuevo estilo de vida. El mal imperante ya es victoria de la misericordia y de la verdad", concluye.
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