martes, 21 de abril de 2009

QUEREMOS RECUPERAR SONRISAS ¿NOS AYUDAS?


Volver a ser un niño

Cierre los ojos.
Si le digo la palabra “niño”, ¿qué le viene a la cabeza?... Infancia, felicidad, alegría, despreocupación, amistad, juego…, pero la realidad es bien distinta para cientos de miles de ellos.

… con una infancia digna.

Viajemos a Asia, más en concreto al sudeste asiático, esa zona plagada de arrozales, pequeños lagos que son surcados por barcos que desde lejos pueden parecernos de juguete. Es allí donde más de 100 millones de niños no conocen el significado de la palabra juego, donde la palabra infancia es sustituida por esclavo; y en los mejores casos por mano de obra barata o donde se entrega a un niño a las mafias para saldar una deuda de 14 euros.


El sur de Asia presenta los mayores índices de explotación laboral infantil con más de 100 millones de menores trabajando de sol a sol por un sueldo diez veces menor del que cobraría un adulto. Trabajo infantil en lugares donde no se respetan las más mínimas normas de salud e higiene y donde los niños están expuestos a contraer enfermedades como la tuberculosis, anemia, problemas respiratorios, abcesos…

“El drama es bestial. Este lugar se podría declarar zona catastrófica, pero las mafias no lo permiten”, dice el padre Albeiro Rodas en el centro Don Bosco, que escolariza a algunos de estos menores esclavos ya liberados.

Muchas veces, vemos en los telediarios casos de abuso infantil que se presentan en países como Camboya o Tailandia perpetrados por extranjeros. Pero también es cierto que los casos de extranjeros se utilizan para ocultar una realidad más cruda: el 90 por ciento de los crímenes en contra de los niños son realizados por los propios nacionales.

“Camboya es origen, destino y tránsito de trata de personas… Un número muy significativo de mujeres, niñas y niños son llevados a Tailandia y Malasia para uso sexual comercial. Jóvenes, para trabajos forzados en la construcción, en el campo, en la pesca; mujeres, para fábricas y trabajo doméstico; niños, hacia Vietnam o Tailandia para mendigar. Camboya es destino de mujeres vietnamitas que acaban en los burdeles… Y el tráfico no sólo se produce en las zonas de frontera, sino que se mueve de áreas rurales a la capital u otras ciudades secundarias”

La policía suele mostrarse indiferente acerca de la escalada y la gravedad del problema, aseveró. “Ellos aceptan este tipo de crimen en un modo pasivo, como si su trabajo fuera solo capturar ladrones de bancos”.

Es por ello que la labor que realizan los misioneros salesianos en esas tierras tan lejanas resulta de vital importancia. Salvar a los niños de las redes de las mafias y sobre todo la educación en valores, educación integral para toda la familia, hará que el sudeste asiático sea por fin libre. Sus niños son su futuro.

Su futuro está en nuestras manos

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