domingo, 27 de diciembre de 2009

EL PAPA ALMUERZA EN UN COMEDOR PARA POBRES


Un centro gestionado por San't Egidio en el Trastevere
El Papa almorzó con 150 pobres en su primera salida tras la caída en VaticanoEs la primera vez que acude a un comedor de beneficencia


Sólo en la sede donde hoy comió el Papa sirve todos los días 1.200 comidas, el 75 por ciento a extranjeros

Benedicto XVI se trasladó hoy a la comunidad de Sant'Egidio", en el barrio romano de Trastévere, para comer con 150 pobres, en su primera salida del Vaticano tras el incidente de la Misa del Gallo, cuando fue empujado y tirado al suelo por una mujer que saltó una valla de la basílica de San Pedro.

Esta primera salida tras el incidente protagonizado por Susanna Maiolo, de 25 años, al parecer con problemas psíquicos, puso hoy a prueba a la seguridad vaticana e italiana, que formaron un discreto pero fuerte cordón alrededor del Papa, quien no obstante lo rompió para acercarse a saludar a los presentes, entre ellos muchos niños.

Esa rotura confirmó las manifestaciones hechas por el portavoz vaticano, Federico Lombardi, tras el incidente de la Misa del Gallo, que dijo que la seguridad de Benedicto XVI no se puede blindar al cien por cien "si no es creando una muralla de separación entre el Pontífice y los fieles, algo impensable", conociendo el deseo del Papa de acercarse a las personas.

El Papa fue acogido con grandes aplausos y él respondió sonriendo, saludando y cambiando algunas palabras con los presentes, todo en un ambiente de cordialidad y alegría.
Benedicto XVI fue recibido por el fundador de Sant'Egidio, Andrea Riccardi, que le acompañó hasta el comedor de esta organización humanitaria católica, que sólo en la sede donde hoy comió el Papa sirve todos los días 1.200 comidas, el 75 por ciento a extranjeros.

"He venido para deciros que me siento cercano a vosotros, que os quiero y que la Iglesia lleva en su corazón a los más pobres", afirmó el Papa en su saludo. Comparó a los inmigrantes, pobres y sin techos con Jesús y la Familia de Nazaret, "por las dificultades y estrecheces sufridas al no encontrar hospitalidad y verse obligados a emigrar".

"En este momento de dificultades económicas, todos deben ser testigos de esperanza, rechazando las tentaciones de un egoísmo que sólo da tristeza y alegrías efímeras y deja los corazones vacíos", agregó el Papa, que abogó para que nadie sea marginado, abandonado o dejado solo.

Esta es la primera vez que el Papa Ratzinger acude a un comedor de beneficencia a comer con sin techos, inmigrantes, indigentes, necesitados, sin demora fija, etc.
Andrea Riccardi así lo señaló y dijo en su discurso de bienvenida que "por primera vez en los tiempos modernos un Papa se acerca a comer a un ambiente donde van las personas con las que no comparten la mesa los ricos, los importantes, los personajes televisivos, los sabios".

Riccardi agregó que en esa mesa donde estaba sentado el Papa comen todos los días un millar de personas "heridas por una vida dura, por la crisis económica" y que allí son tratados "como personas, como miembros de una familia, en la que recibe la dignidad del hermano que tiene sed y hambre, o que no tiene casa o viene del extranjero".

El dirigente católico denunció que la sociedad actual dominada por la dictadura materialista teme al que es diferente, se ha vuelto inhóspita y miedosa. En esta ocasión comieron 150 "diferentes" junto al Papa, que se sentó teniendo a un lado al refugiado afgano Qorbanali Esamil, de 34 años, musulmán chiíta, y al otro a Riccardi.

En la mesa también se sentaron el gitano Boban Trajckovic, de 24 años, cristiano ortodoxo, junto con toda su familia, formada por su esposa, Dragana, y dos niños de 3 y 6 años. La familia vive en un campo nómada gitano de las afueras de Roma.

También comieron con el Papa Peppino Scarsella, de 90 años, Marisa Saulle, de 82, ambos italianos, sin familia y con pensiones que no le cubren sus necesidades, así como el católico nigeriano Caius Cajetan Onjema, de 35, que llegó de manera irregular a Italia tras atravesar el desierto de Libia y recientemente obtuvo el permiso de estancia regular.

Una somalí de 63 años, Roukia Daud Adbull, así como Antonio Siracusa, de 52 y Aniello Bosco, de 25, ambos en sillas de rueda, abandonados por sus familias y que viven gracia a la caridad de Sant'Egidio también compartieron mesa y mantel con el Pontífice.

A la comida asistieron un total de 31 niños, a los que el Papa entregó sendos regalos al final de la misma.

El menú fue el típico romano de estas fechas navideñas: lasaña al horno, "polpettine" (albóndigas) de carne, pastel de patata, lentejas, dulces de Navidad, fruta y spumante, el cava italiano.
Este menú es el mismo servido el día de Navidad por esta comunidad católica a unos 25.000 necesitados en toda Italia.

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