Un misionero. Con la Palabra de Dios en la mano, anuncia la Buena Nueva del Evangelio. Ni siquiera tiene
un templo para ello. Como lo hizo Jesús, al aire libre.
La Palabra (en la mano y en el lema). Es la Palabra de Dios proclamada a los hombres para que la escuchen, mediten y acojan como la “carta” escrita por Dios para cada uno.
La cruz. Clavada en la tierra. Es la señal de identidad para aquellos que se han reunido en el nombre del Señor, procedentes de todos los pueblos.
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