AMORES DEL ALMA
Hay personas con las que nos cruzamos
en el incesante ir y venir de nuestros días
que no pueden pasar inadvertidas.
Se entrometen en nuestras vidas de tal forma
que no pasa mañana que no deseemos verlas y escucharlas,
como si en ello se nos fuera el alma,
tras la suya.
Nos agotamos extrañándolas,
añorando su cercanía,
y cuando están con nosotros nos quedamos mudos,
o hablamos de más,
de todo y de nada,
hacemos sentir que nada es importante para los dos;
sin embargo se nos arruga el alma
y el nudo de la garganta que tanto tememos desatar
se las arregla para no abandonarnos
y no permite que hablemos de lo que en realidad queremos.
Hay personas que llenan nuestro mundo con su fuerza,
con sus ansias de vivir a nuestro lado,
y las rechazamos por el miedo
a sentirlas realmente necesarias en nuestro camino;
el miedo a hacernos dependientes de ellas,
el miedo a ser parte de ellas,
el miedo a amarlas nos invade completamente
y nos deja de nuevo solos,
mientras vemos cómo se alejan.
Dejarlas ir,
en completa ignorancia de lo que sentimos,
sabiendo que no volverán o que se decidirán a seguir solos también,
sin nosotros.
Hay personas que nos aman
y a las que amamos tanto
que nos esforzamos por rechazarlas
y nos volvemos unos verdaderos ogros.
En nuestros pantanos ponemos letreros que alejan a los demás
y les niegan la oportunidad de que nos conozcan en nuestro corazón
y que se enamoren de nuestras almas,
tan esplendorosas cuando se enamoran y tan dadivosas.
Hay personas que llenan nuestro mundo de amor
y nos convierten en seres maravillosos,
increíbles, mejores.
Están más cerca de lo que imaginamos,
solamente tenemos que dejar nuestros temores atrás,
muy lejos y permitirnos el valor de abrir las puertas
de nuestras emociones y dejar que nos toquen.
Su cercanía, su calor,
su mismo amor...
siempre encontrarán lo mejor de nosotros y nos amarán.-
en el incesante ir y venir de nuestros días
que no pueden pasar inadvertidas.
Se entrometen en nuestras vidas de tal forma
que no pasa mañana que no deseemos verlas y escucharlas,
como si en ello se nos fuera el alma,
tras la suya.
Nos agotamos extrañándolas,
añorando su cercanía,
y cuando están con nosotros nos quedamos mudos,
o hablamos de más,
de todo y de nada,
hacemos sentir que nada es importante para los dos;
sin embargo se nos arruga el alma
y el nudo de la garganta que tanto tememos desatar
se las arregla para no abandonarnos
y no permite que hablemos de lo que en realidad queremos.
Hay personas que llenan nuestro mundo con su fuerza,
con sus ansias de vivir a nuestro lado,
y las rechazamos por el miedo
a sentirlas realmente necesarias en nuestro camino;
el miedo a hacernos dependientes de ellas,
el miedo a ser parte de ellas,
el miedo a amarlas nos invade completamente
y nos deja de nuevo solos,
mientras vemos cómo se alejan.
Dejarlas ir,
en completa ignorancia de lo que sentimos,
sabiendo que no volverán o que se decidirán a seguir solos también,
sin nosotros.
Hay personas que nos aman
y a las que amamos tanto
que nos esforzamos por rechazarlas
y nos volvemos unos verdaderos ogros.
En nuestros pantanos ponemos letreros que alejan a los demás
y les niegan la oportunidad de que nos conozcan en nuestro corazón
y que se enamoren de nuestras almas,
tan esplendorosas cuando se enamoran y tan dadivosas.
Hay personas que llenan nuestro mundo de amor
y nos convierten en seres maravillosos,
increíbles, mejores.
Están más cerca de lo que imaginamos,
solamente tenemos que dejar nuestros temores atrás,
muy lejos y permitirnos el valor de abrir las puertas
de nuestras emociones y dejar que nos toquen.
Su cercanía, su calor,
su mismo amor...
siempre encontrarán lo mejor de nosotros y nos amarán.-
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